En nuestro día a día nos relacionamos con muchas personas. Pero una de las convivencias más importantes que tenemos que afrontar son las que desarrollan dentro del ámbito familiar. En ésta ocasión quisiera referirme concretamente a la relación de hermanos.
Desde bien pequeños se empiezan a materializar las múltiples batallas para reclamar más atención que al otro, más reconocimiento, más cariño. Intentan conquistar terrenos sobre el otro, ganar en superioridad. Mostrarán egoísmo, celos. Incluso violencia, si fuera necesario, para que prevalezcan sus deseos, su autoridad.
Al fin y al cabo es un tema tan antiguo, como nuestra propia historia, pues para los que se consideren cristianos y creyentes en la Biblia, han de recordar lo que se cuenta en ella sobre los dos primeros hermanos que habitaron la Tierra, Caín y Abel, y el fatal desenlace al que se llegó.
Yo creo que muchas de éstas actitudes serán las que sigamos desarrollando en nuestra manera de relacionarnos con los demás en un futuro. De ahí que los padres tenemos cierta responsabilidad en enseñarles a encauzar de una manera apropiada ésos comportamientos, ya que a veces les excusamos justificando naturalidad e inocencia.
Por supuesto que en su infancia hay muchos sentimientos o formas de relacionarse con sus hermanos que no pueden, o no saben, controlar. Pero nosotros podemos indicarles pautas para que lo logren. Ésto no es nada fácil, por supuesto, pues alguno de ellos puede tomar nuestra intervención como muestra de parcialidad, o que tomamos partido por uno u otro, en detrimento del otro. Lo que para nosotros sea “justo” o “lógico”, pocas veces coincidirá con sus “intereses” o deseos.
Pero,desde mi manera de verlo, debemos intentarlo, pues conozco de hermanos que ya bien mayores continúan demostrando un alto grado de celos o envidia entre ellos, derivados de sentimientos encontrados, tanto desde la infancia, como más adelante. Seguro que muchos de nosotros hemos tenido algún problema, discusión o malentendido con algún hermano. Pero debemos de haber adquirido la suficiente madurez para separar y reconocer los verdaderos problemas, de las pequeñas rencillas heredadas de nuestra convivencia familiar.
Tal como intentamos resolver y evitar nuestros problemas con las personas que nos rodean, sean compañeros de trabajo, amigos, etc, ¿no deberíamos hacerlo con más ahínco con nuestros propios hermanos?.
Para finalizar, quisiera compartir con vosotros unas frases, unas reflexiónes:
«El vínculo que une a tu auténtica familia no es de sangre, sino de respeto y goce mutuo» Richard Bach
«El enseñar a los niños a querer a sus padres y hermanos y a ser respetuosos con sus superiores, hecha los cimientos de correctas actitudes mentales y morales para llegar a ser buenos ciudadanos» Confucio