Cada vez nos asombra menos cuando recibimos la noticia de la ruptura de algún matrimonio o pareja. Cada 4 segundos se rompe un matrimonio en España, a un ritmo de 357 rupturas diarias. En los últimos 5 años se ha incrementado un 277%. Son cifras que deben hacernos pensar si ésto es síntoma de modernidad y progreso, o más bien es que algo grave está sucediendo para que no podamos solucionar las amenazas de muerte que afecten a nuestro matrimonio y poderlo salvar.
Cualquier relación y convivencia está sometida a múltiples ataques e influencias, tanto internas como externas, que pueden ocasionar problemas e inestabilidad. Podríamos considerar que está dentro de la normalidad. Pero éstas crisis no tienen por qué terminar inevitablemente en ruptura.
Me gustaría comentar con vosotros algunas puntos donde creo que radican el inicio de éstas amenazas, y donde pienso, en mi humilde opinión, que podemos prestar más atención para solucionarlos y no dejar herido de muerte nuestro matrimonio.
Si observamos, por ejemplo, la imagen que ilustra éste post, podemos sacar algunas lecturas interesantes. Ella está enfadada, y él parece ser que no sabe por qué. ¿Qué nos indica éso?. Que la falta de comunicación es evidente. Y ésa es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el matrimonio. La conversación y el diálogo es un mensaje mil veces repetido, pero que no por ello le dedicamos la urgencia e importancia que se merece. También, porque a menudo se suma el orgullo a ésta falta de comunicación, lo cual añade más dificultad.
Si seguimos utilizando el ejemplo de la imagen, ella, movida por su orgullo, no sólo no comenta el motivo del problema con él, sino que ha tomado sus propias «medidas», instalando una pequeña alambrada entre ellos, a la que llamaremos silencio e indiferencia.
Nuestra pareja no tiene una bola de cristal para saber lo que nos pasa. Si no queremos perder tiempo innecesario, es vital para la salud de nuestro matrimonio que hablemos, y en un tono sereno y sincero, expresemos lo que nos ha disgustado o lo que no nos ha gustado, para que así nuestra pareja pueda dar su versión o explicación y se pueda encontrar una posible solución u otras alternativas que posibiliten una estabilidad y paz dialogada.
Tal como un herido que pierde sangre necesita ayuda y atenciones inmediatas y urgentes, debemos evitar perder tiempo con ésas posturas orgullosas, pues el muro de silencio que se forma sólo ayuda a que se abra más la herida y nuestro matrimonio sangre incontroladamente hasta su muerte. Esperar hasta que sea el otro el que hable, mientras esperamos una disculpa, o explicación espontánea, sólo hace que se pierda tiempo vital, y que otras heridas, que no habían sido curadas eficazmente, abran más cicatrices y se acelere nuestro doloroso final.
Por supuesto, como ya hemos hablado en algún post anterior, la forma de dirigirnos a nuestro pareja debe de ser respetuosa, en el tono y forma adecuado, y sin reproches, para que se forme la atmósfera de serenidad necesaria para que podamos hablar con sinceridad y cariño, si es lo que de verdad sentimos y si lo que queremos de verdad es zanjar las crisis con rotundidad y eficacia, y donde nuestro amor salga victorioso e indemne aumentando nuestra complicidad y nuestra confianza.
Otro punto importante, vital diría yo, es el sexo. Y no sólo me refiero a las relaciones sexuales en sí, sino a todo el amplio abanico de expresiones y demostraciones afectivas y sentimentales. Debido a la vida que llevamos, o al tiempo que llevemos como pareja estable, tendemos a relajarnos y caer en la rutina, obviando ése «alimento emocional» que todos necesitamos. Un beso, una caricia, un regalo, un juego de miradas, cualquier detalle que indique que nuestra pareja es importante para nosotros, que la tenemos presente, la valoramos y la amamos.
Importantísimo, también, es no solo demostrar ése amor, sino decirlo. Hay que expresar nuestro amor en voz alta. En ésto no vale el clásico «si tú ya sabes que te quiero». No, no. Cada vez que tengamos oportunidad, hay que tomar la iniciativa, sin esperar que sea el otro el que lo diga, y decir «Te quiero». Oír ésta expresión en boca de nuestra pareja, mientras nos mira a los ojos, es como si se abrieran las puertas del Paraíso, y nos llena de felicidad y alegría. Haz la prueba, y lo comprobarás. Necesitamos oírlo, así que no te reprimas. Recibirás como respuesta alguna demostración de afecto o cariño, seguro. Por lo que si así lo hacéis siempre, las demostraciones afectivas y amorosas no acabarían nunca.
Por último, lo más importante: aplicarlo. Todos conocemos y sabemos de la importancia de las cosas que hemos planteado, así como de las pautas que pueden solucionar las amenazas de posible muerte de nuestro matrimonio. No he dicho nada que no supiérais. Ahora bien, siempre nos escudamos en múltiples excusas para abogar por la dificultad de realizarlas. No nos pongamos excusas, si realmente queremos vencer éstas crisis. Tomemos la iniciativa, actuemos. Seguro que después no caminaremos solos. Convéncete, aunque sea difícil, es posible.
Claro está que todo sería preferible con acciones, esfuerzo y compromiso por parte de los dos miembros de la pareja. Pero a veces nos encontramos con que nos es difícil lograr que nuestro compañero sentimental esté igualmente implicado en ésta lucha. Yo os propongo, si queréis, que le pidáis a vuestra pareja que lea éste post. Le decís que lo lea porque queréis saber su punto de vista, su opinión. Puede que así se inicie un pequeño coloquio entre vosotros que os ayude a encontrar vuestros propios puntos de inflexión en la relación, para mejorarla y cuidarla.
No me creo un gurú, guardián o maestro conocedor del secreto de la felicidad marital. Lo digo desde la más sincera humildad y la con única intención de ayudar, en la medida de lo posible, y si así lo deseáis. También a mí me ha servido de ejercicio reflexivo y recordatorio de las pautas que podemos usar para proteger nuestro matrimonio de las amenazas de muerte que recibe a diario, y donde no quiero perecer ni sucumbir.